Según Domeena Renshaw, investigadora del Departamento de Psiquiatría y Neurociencia del Comportamiento de la Universidad de Loyola (EE UU), enamorarse genera en el organismo una auténtica "inundación" de sustancias químicas que nos hacen sentir bien, y que también son responsables de reacciones físicas como el enrojecimiento de las mejillas, la sudoración de las palmas de las manos y la aceleración del latido cardíaco. Concretamente el “cocktail” cerebral de los enamorados está formado por dopamina, adrenalina y norepinefrina. La dopamina provoca sentimientos de euforia, mientras que la adrenalina y la norepinefrina hacen que el corazón lata con fuerza y nos quitan el sueño.
Por otra parte, escaneando el cerebro de personas enamoradas con resonancia magnética se ha descubierto que el sentimiento amoroso aumenta el flujo de sangre hacia el centro de placer del cerebro de manera similar a lo que sucede cuando nos hacemos adictos a las drogas. A esto se suma que cuando nos enamoramos descienden los niveles de serotonina en nuestras neuronas, lo que explica por qué al principio de una relación “no tenemos ojos para nada más que para nuestra pareja”,
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